La carne de caza, el mejor sabor de nuestra tierra

Muchos de los grandes chefs la ofrecen en las cartas de sus restaurantes y ha llegado a convertirse en una verdadera tendencia culinaria por sus excelentes cualidades

 

La carne de caza siempre ha sido un suculento manjar muy natural. En los últimos años ha experimentado un gran resurgir y se ha convertido en uno de los alimentos más apreciados de nuestra gastronomía. El 80% de la carne de caza que se produce en España se exporta a Europa, principalmente en Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Portugal e Italia. De hecho, muchos de los grandes chefs la ofrecen en las cartas de sus restaurantes y ha llegado a convertirse en una verdadera tendencia culinaria por sus excelentes cualidades, tanto en calidad como en sabor. Es un producto exclusivo y versátil con el que pueden prepararse, tanto platos de toda la vida como otros vanguardistas.

Este producto se obtiene de animales que viven en total libertad, en las mejores condiciones y su dieta está basada exclusivamente en lo que encuentran en el campo. Por este motivo, es un alimento 100% ecológico y sostenible con huella de carbono cero. En su obtención no interviene ningún tipo de químico y esto hace que se mantenga todo su sabor natural y que sea mucho más beneficiosa para la salud.

Cuando las reses llegan a las instalaciones cárnicas, comienza el proceso para asegurar la calidad del producto. Para ello se realizan dos tipos de controles diferentes y fundamentales: La contaminación física por metales y las analíticas microbiológicas y químicas. La primera técnica puede detectar la presencia de metales en los despieces procedentes de la propia materia prima, de la maquinaria o incluso de los diferentes elementos quebradizos utilizados en el proceso. Para evitar la llegada de este tipo de elementos al consumidor final, las industrias cárnicas cuentan en la etapa de envasado con tres detectores de metales y un equipo de rayos X.

En el caso de las analíticas químicas se realizan ensayos, entre otras pruebas, para determinar los valores de metales pesados: magnesio, cadmio y plomo. Ambos tipos de controles aseguran la calidad y seguridad alimentaria de la carne de caza.

Asiccaza, la Asociación Interprofesional de la Carne de Caza a nivel nacional, y Fedexcaza, a nivel regional, se esfuerzan en poner en valor y dar a conocer este manjar. Concretamente, Extremadura dispone de dos de las mayores industrias de carne de caza de toda Europa. Estas empresas dan empleo a cientos de personas y revalorizan el producto obtenido al 100% del campo. En 2022 Asiccaza realizó un estudio sobre el conocimiento y consumo de 'la carne de caza silvestre' entre la población española. Como resultado se concluyó que el 58,1% de la población española dice conocer o haber probado alguna vez la carne de caza.

Para que la cifra anterior aumente año tras año, Fedexcaza en colaboración con Cárnicas Dibe, ha visitado varios centros escolares en los que se imparten los módulos de restauración. La finalidad de estas clases magistrales tienen el objetivo de dar a conocer el producto y su calidad para que, el día de mañana, estos futuros chefs ofrezcan estas piezas cinegéticas en su carta. Los alumnos describieron la carne de caza con adjetivos como sabrosa, tierna, versátil y por supuesto, exquisita. Eliminaron ese tópico de que es una carne dura, seca y con sabor excesivamente fuerte.

Según un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid, sobre la Seguridad Alimentaria de la Carne de Caza, «los derivados cárnicos de caza presentan mayor calidad microbiológica que los derivados de abasto». Este estudio calcula también que el sector cinegético «ha crecido un 40% en los últimos cuatro años y ya es uno de los motores más importantes para la economía rural española». Según datos de la Oficina Nacional de la Caza (ONC), el sector cinegético genera unos 54.000 empleos anuales.

Fundación Artemisan también realizó en 2020 un estudio de impacto económico a nivel nacional donde se demostró que la caza genera en España un gasto de 5.470 millones de euros, algo que se tradujo en 6.475 millones de euros de Producto Interior Bruto (PIB). Esto equivale al 0,3 % del PIB nacional y al 13 % del PIB del sector agrícola. Estas cifras marcan la diferencia año tras año.