Cocinar un animal de caza debe ser siempre una fiesta. Compartir un alimento apreciado. Celebrar el festín con quienes queremos. Sentir que esa carne está en la mesa de nuestra familia o nuestros amigos porque nosotros la conseguimos sin mediación de nadie, sin comprarla en ningún supermercado, con nuestro esfuerzo, pericia, saber y voluntad de cazadores.